miércoles, 11 de agosto de 2010

Umbral

Tu nunca supiste como era el volar con vértigo.

Ella rompe el silencio mientras te mira de reojo y de pronto todo cae a una velocidad vertiginosamente controlada, te diviertes e intentas asimilar el por qué de tantas vueltas de campana que no se detienen, tan abrumados entre ambos sólo resta entonces gritar y desfogar con mucha fuerza al rio que corre por debajo del cielo donde estan ahora.

Suspendido nuevamente en el aire, esta vez tú la miras y puedes sentir tan cerca su alejada presencia, ya no es mañana sino un tal vez elevado entre luces multicolor y gritos que se acercan a las nubes para alcanzar transeuntes mucho tiempo despues. Ella sonrie y grita no tienes nada que decir y el momento es bueno para evitar decir algo, sonries para ti y nuevamente caes convirtiendo tu cuerpo en una maravillosa maquina que vuela atrapada en un gigante de metal.

Las olas intermitentes llegan a su fin, minutos contraidos en segundos se acaban y lentamente se detienen sobre ti, el cielo ha regresado a su lugar y tú apenas entendias tu miserable pequeñez. No importa, abren las rejas de tu carcel metálica; ella se arregla en cabello todo alborotado intentado pasar desapercibida. Te giras y miras alrededor algunas chicas hacen lo mismo, sólo miras al cielo. Estiras la mano y bajas la vista hacia ella, te sostiene y la atraes para ti, sutilmente la envuelves entre tus brazos, pero son apurados por los mecánicos, tienen que bajar, maldices en silencio.

Como algodones de azucar que han perdido su rumbo y vagan por el poco cielo que tienen hasta ser devorados por el suelo.

Estas atado, mejor dicho encapsulado, y una caja de metal te enseña lo que niegas cuando la ves.

Sólo resta ir hacía el juego llamado salida, y el carnaval te abre las puertas a la realidad, te pesa pero avanzas, ella poco a poco suelta tu mano, inevitablemente se aleja de a pocos, gira el rostro; cruzan el umbral, se detiene, mira hacia atras, regresa sobre sus pasos, te toma de la mano que esta abatida en el limite de la crudeza, la jala de un tiron te hace cruzar el límite, se acerca, levanta y coloca sus labios sobre los tuyos. Te suelta, se adelanta y desaparece entre miles de personas que regresan a sus vidas que no son.

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