lunes, 1 de febrero de 2010

Seppuku

Escribo porque tengo atrofiado y seco el corazón, te escribo con la necesidad imperante de decirte todo esto de una vez, de ahogarme en la lluvia de esta tarde jugando a ser apocalipsis.

Hoy mientras desayunaba unas tostadas con huevos fritos por aquí, cuando la música decía palabras que logré articular. Hoy supe en varios años que la vida no tenía sentido, hay tantas razones para no vivir, como para continuar, es como elegir entre dos mujeres ambas hermosas.

Me he desviado, en fin, hoy quería decirte lo que por varios meses he dicho frente a un espejo cansado de observar el mismo rostro año tras año, la misma mirada inexpresiva que busca encontrar en el fondo la esencialidad de la felicidad y la tristeza.
Caminé junto a ti durante no sé cuantas horas, tú reias, gritabas, con razón sin razón, yo me preparaba como el samurai presto a cumplir con el seppuku (quitarme todas las vísceras que escondo de ti) .

Empezó llover, el ritual estaba listo a iniciarse, y el cielo taladraba con frías y húmedas lancetas este desierto llamado ciudad. Me giré hinque la katana con mucho esfuerzo mientras reías, no te diste cuenta, me desangré, pero tanto líquido evita siempre distinguir. Tú reias, tu lloraste, y luego reías otra vez, corriste mientras gritabas, yo desangrandome perdí el valor para continuar, agache la cabeza, la alze al cielo y miré entre tanta oscuridad, desde mi suelo pude ver tres tímidas estrellas que luchaban por mirar la tierra, testigos de mi cobardía, de tu estupidez y de la levedad de nuestras vidas.

"Tú, cómo vas"
"Sólo tengo un atardecer, en algún momento, un extraño atardecer y mi nostálgia a cuestas"

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